El Gobierno regional ha impulsado un proyecto piloto de digitalización, sensorización y monitorización integral de la balsa de riego Cañada Perdida, ubicada en el término municipal de Santomera y gestionada por la Comunidad de Regantes Azarbe del Merancho.
Se trata de una infraestructura hidráulica clasificada con la categoría ‘A’ por su alto potencial de riesgo, lo que exige medidas reforzadas de vigilancia y control para prevenir cualquier posible fallo estructural.
La iniciativa, financiada con una inversión de 55.224 euros, tiene como objetivo anticipar situaciones de emergencia mediante un sistema inteligente de análisis de datos en tiempo real, informa la Comunidad.
La actuación, desarrollada por la Dirección General del Agua, «ha dotado a la balsa de un completo sistema de sensorización digital que permite controlar y registrar de forma continua parámetros clave como los volúmenes de entrada y salida de agua, las condiciones meteorológicas, el contenido de humedad del dique, el funcionamiento del aliviadero, nivel de agua, evaporación y otros indicadores estructurales y ambientales», ha explicado el director general, José Sandoval, durante una visita junto al alcalde, Víctor Martínez.
Además, se ha instalado un sistema de alertas visuales y sonoras, junto con dispositivos de transmisión remota de datos, «que permite a los gestores de la infraestructura reaccionar con rapidez ante cualquier indicio de anomalía, elevando significativamente los estándares de seguridad y operatividad».
Sandoval ha destacado que «la digitalización del ciclo del agua es una prioridad estratégica para el Gobierno regional. Esta balsa es un ejemplo concreto de cómo la tecnología puede ponerse al servicio de la seguridad, la eficiencia y la sostenibilidad del regadío».
Esta actuación piloto forma parte del plan de modernización y resiliencia de infraestructuras hidráulicas que la Dirección General está desarrollando en colaboración con las comunidades de regantes de la Región, con el fin de avanzar hacia una gestión hídrica más inteligente, segura y anticipativa, especialmente en aquellas infraestructuras catalogadas como de alto riesgo.
La experiencia en Cañada Perdida servirá como banco de pruebas para futuras actuaciones similares en otras balsas e infraestructuras estratégicas del territorio regional.
El sistema implantado permitirá obtener datos históricos y patrones de comportamiento hidráulico que, a medio y largo plazo, facilitarán la toma de decisiones técnicas y preventivas basadas en evidencias.
Sandoval ha resaltado «la importancia de colaborar con las comunidades de regantes, auténticos protagonistas del modelo de eficiencia del regadío murciano, para extender esta tecnología a otras instalaciones en función de su nivel de riesgo y características técnicas».