Personas e instituciones distinguidas por el Ayuntamiento
Sin casi instrucción, apenas unos años de escuela elemental, algo propio de familias humildes como la suya, David Castejón Fernández logró convertirse, gracias a su talento musical y su facilidad para el verso, en una de las figuras más significativas de la historia del trovo. Tanto es así ,que sus compañeros de repentizaciones le concedieron, en 1970, el título honorífico de Patriarca del Trovo.
BIOGRAFÍA
Siempre es difícil describir en unas pocas páginas la vida de alguien. Pero en el caso del ‘Tío David Castejón’, es una tarea casi imposible. Y no solo por las múltiples peripecias, idas y venidas por las que transcurrió su dilatada existencia, sino también por la dificultad de plasmar cómo exprimía la vida, cómo era capaz de transformar lo cotidiano en algo extraordinario.
Pero hay que intentarlo. Y ahí van algunos retazos de su vida:
Nació David Castejón Fernández el día 16 de julio de 1892 en la calle Mayor de Santomera –actual calle Maestro Puig Valera–, en la casa del ‘Tío Bernabé’. Hijo de José y María, fue el segundo de cuatro hermanos. Creció en una familia humilde, trabajadora. Su padre, carnicero, criaba ganado, y David desde muy pequeño ejerció el trabajo de pastor colaborando en el sostenimiento de la familia. Apenas fue a la escuela. No era algo extraño en una época de escasez y penurias para la mayoría.
Desde muy niño mostró gran interés y una predisposición especial para la música y la poesía. Con ocho años empezó a estudiar solfeo y pronto aprendió a tocar la guitarra y el clarinete, formando parte de la Unión Musical Santomerana. Aunque lo que le atrajo sobremanera y donde destacó especialmente fue en la poesía, en concreto en el trovo, el arte de la repentización. Su talento musical y su facilidad en el verso le hicieron imprescindible en todos los festejos que se organizaban en Santomera. El joven David Castejón brillaba entre sus paisanos.
Su oído, su buena voz y su capacidad para la improvisación, con el tiempo, dieron lugar a un trovero único, autodidacta y completo, ya que era capaz de cantar él mismo sus coplas improvisadas acompañándose con la guitarra. Pero David quería ir más allá. Le llegaban los ecos de los troveros de la huerta y de los grandes de Cartagena, entre los que se elevaba por encima de todos José María Marín. Ello le llevó a buscar la formación en la lectura y a buscar en quién mirarse.
El primer gran trovero que conoció y admiró fue Luciano Belmonte, ‘el Pavo’, a quien dedicó en una velada y animado por el afamado trovero la siguiente copla, cuando aún no había cumplido doce años:
Aquí tienes a David
pregonando su ignorancia.
No me podrán aplaudir,
pero yo te doy las gracias
por acordarte de mí.
Le siguieron ‘el Obrero de Almería’, ‘el Minero’… y David inició su formación midiéndose con los troveros de la huerta, mientras ansiaba conocer a los grandes maestros de la Sierra Minera, Castillo y su gran referente, Marín. ¡Y, por fin, llegó el día! Con quince años marchó formando parte de una cuadrilla de labradores a trabajar al Campo de Cartagena, donde pudo ver cumplido su sueño de conocer a Marín. Lo que empezó como una relación entre maestro y aprendiz, devino en una gran amistad. Y allí se forjó David, trovando con los mejores de la época: ‘el Hornero’, García, César, ‘el Carbonero’, ‘el Tío Sanes’, Baldomero…
Regresó a Santomera y, siendo muy joven, conoció a la que sería su gran amor: Remedios Ballester, de ‘las Tejeras’. Se casaron y se trasladaron a vivir a Barcelona, donde nació su hija mayor, Fina. Allí se instaló como tratante de ganado, lo que le brindaba la oportunidad de seguir visitando su tierra natal. Ya de vuelta a Santomera, donde nació su hija Remedios, abrió una carnicería, situada en lo que posteriormente sería el Cine La Cadena. Dado que el negocio daba pocos beneficios, montó también una taberna, que, dicho sea de paso, le daba la oportunidad de trovar en presencia de sus numerosos admiradores. Más tarde retomó la actividad de tratante de ganado y regresó a Barcelona, instalándose en Sabadell.
Para tener una idea de la personalidad de David Castejón y el cariño a su tierra natal, basta decir que, cuando se hizo una casa, para su inauguración, en 1925, llevó a Sabadell a la Agrupación Musical de Santomera. ¡Genio y figura! Allí permaneció hasta 1932, momento en que se trasladó a la vecina localidad de Cerdanyola, donde nació su hijo menor, David.
En 1936 retornó de nuevo con toda su familia a Santomera, hasta que, al poco de acabar la Guerra Civil, volvió a Barcelona para vivir en la capital y en el municipio costero de Canet de Mar. ‘El Tío David’, agradecido a su tierra de adopción, le dedicó numerosos versos. Como muestra, la siguiente décima:
Jamás tuve desengaños
en la tierra catalana.
La cogí con tanta gana,
que pasé cincuenta años
sin sufrir penas ni daños
ni en una ni en otra zona,
por lo que mi amor blasona,
con los mayores afanes.
Mis hijos son catalanes
y yo quiero a Barcelona.
Su vida y la de su familia transcurrió en idas y venidas entre Cataluña y Murcia, hasta que finalmente se aposentaron de forma definitiva en Santomera, donde siguió con su actividad de tratante de ganado y abrió una carnicería situada en Casa Grande.
Y, así, transcurrió una fructífera vida en lo personal y lo artístico. En lo personal vivió intensamente y fue una persona muy querida con unas relaciones sociales y de amistad profundas que dejaron una honda huella en todo el que tuvo la suerte de conocerlo. Pero también tuvo que afrontar momentos duros, como la dolorosa pérdida de su esposa Remedios y su hija mayor, Fina.
Centrados en el arte de la repentización, fueron numerosas las veladas e innumerables los trovos, de los que una parte se conserva en sus libros, si bien otros tantos se han perdido al no haber constancia escrita. Versos dedicados a todo tipo de temas, si bien siempre destacaron su amor a la tierra murciana, a la huerta, a sus gentes y, por encima de todo, a Santomera y su patrona, la Virgen del Rosario, a quien dedicó numerosos versos.
Yo te quiero a mi manera
y de ti no hay quien me aparte.
Y hasta el día en que me muera,
cogido iré a tu estandarte,
patrona de Santomera.
Como buen santomerano, no permaneció al margen de la lucha de su pueblo por volver a tener ayuntamiento y dejar de ser pedanía de Murcia, como quedó plasmado en las siguientes quintillas:
Lo que en otros tiempos fuimos,
intentamos alcanzar,
y por eso nos unimos y una ayuda le pedimos
a quien nos pueda ayudar.
Hacer grande es el intento
al pueblo de Santomera,
y ver cómo mueve el viento
otra vez nuestra bandera,
en el propio Ayuntamiento.
Compartió veladas, tanto organizadas como improvisadas, con la totalidad de troveros de la época: Orenes, Ángel Roca, ‘el Santapolero’, ‘Picardías’, ‘el Repuntín’, ‘el Lotero’… Podemos decir que fueron estos últimos los que tuvieron la suerte de trovar con el mejor, con ‘el Tío David’. Recordadas son algunas de ellas, como las que tuvo con Orenes en Molins, en 1952, en Bigastro con ‘el Santapolero’, o con ‘el Repuntín’ en Santomera el 26 de febrero de 1971; no obstante, especial mención merece la celebrada contra Orenes, ‘Picardías’ y Ángel Roca, también en Santomera, el 29 de marzo de 1967.
También sembraba su arte día a día. Cualquier acontecimiento cotidiano era fuente de inspiración y daba lugar a versos que fluían de forma natural. Anécdotas y recuerdos se podrían contar miles. Pero baste uno para retratar la gracia y el ingenio del ‘Tío David’, marcados por un sentido del humor incisivo y amable. Así, cuando un vecino, antiguo republicano y acomodado al nuevo régimen, le pidió que le dedicara un trovo, le dijo:
Tienes más valor que Prim,
aquel del caballo blanco…
¿Cómo, siendo de Negrín,
ahora te has vuelto de Franco
cantando en el camarín?
Así, llegamos a una fecha que quedó marcada en la vida del ‘Tío David Castejón’, el 3 de octubre de 1970, día en que, por su dilatada y brillante trayectoria, se le distinguió con el título honorífico de Patriarca del Trovo, en un homenaje del mundo del trovo que se celebró en Santomera, muestra evidente del respeto y cariño que le profesaron sus compañeros troveros. Pocos meses antes, la Peña Flamenca de Murcia le había nombrado, además, Socio de Honor.
Falleció en su pueblo natal el 29 de septiembre de 1979, a los ochenta y siete años, justo un año después de que Santomera se constituyera en municipio, segregándose de Murcia. David Castejón nació y murió trovero… ¡Santomerano y trovero! Al preguntarle cómo se hizo trovero, su respuesta fue:
De niño, el trovero empieza
algunas cosas a hacer,
descubriendo su agudeza.
Así, el trovero es un ser
que da la naturaleza.
‘El Tío David’ era un enamorado de su tierra, murciano y santomerano por los cuatro costados, de sus costumbres y sus tradiciones. Un hombre sencillo, cuya única formación fue la que le dio la vida. Capaz de convertir cualquier instante, por intrascendente que pudiera parecer, en un acontecimiento; que tenía una respuesta ocurrente para cada situación. ‘El Tío David’ fue un hombre que dejó una huella imborrable en nuestro municipio, que amó su tierra y que lo plasmó en sus versos sencillos y directos, llenos de inteligencia y sentido del humor.
Por ello, en reconocimiento a su obra, el 5 de noviembre de 1985, en Pleno municipal extraordinario, fue nombrado Hijo Predilecto de Santomera.
Su inteligencia, simpatía, don de gentes y facilidad para la improvisación, hicieron de él un trovero inigualable. Fue un hombre polifacético, músico y poeta, que llevó su arte más allá de Santomera y que elevó el trovo a la categoría de arte. Un hombre extraordinario que merece estar en el recuerdo y en la historia de nuestro municipio.
Yo soy de nombre David
y esta es mi tierra y mi encanto,
otra tierra igual no vi.
Dispensad que quiera tanto
la tierra donde nací.
(Extracto de la biografía oficial realizado por José Antonio Mira Reyes, bisnieto del ‘Tío David Castejón’)
LOS DATOS CLAVE
► Nació en Santomera el 16 de julio de 1892, siendo el segundo de los cuatro hijos de María y José, un humilde carnicero. Residió la mayor parte de su vida a caballo entre Barcelona y su pueblo natal, donde falleció el 29 de septiembre de 1979.
► Desde muy niño mostró gran interés y especiales habilidades para la música y la poesía, aunque lo que le atrajo sobremanera y donde más destacó fue en el trovo, el arte de la repentización. Su oído, su buena voz y su talento para la improvisación dieron lugar a un trovero único, autodidacta y completo, capaz a la vez de cantar sus coplas y acompañarse a la guitarra.
► En sus innumerables veladas trató temas muy diversos, aunque siempre mostró especial predilección por la tierra murciana, la huerta, sus gentes y, por encima de todo, Santomera. Muchos de sus trovos perduran a través de sus libros, pero otros tantos se han perdido al no haber constancia escrita.
► El 3 de octubre de 1970, en Santomera, el mundo del trovo le rindió homenaje concediéndole el título honorífico de Patriarca del Trovo. Muestra evidente del respeto y cariño que le profesaban sus compañeros de arte.
► El Ayuntamiento le declaró Hijo Predilecto de Santomera el 5 de noviembre de 1985.
► Puedes consultar más información, más trovos y fotografías del ‘Tío David’, en la web creada con motivo del 125º aniversario de su nacimiento.