Introducción
El Cabezo Bermejo es una elevación montañosa aislada de 311 m.s.n.m. situada en el límite entre los términos municipales de Murcia y Santomera. Geológicamente se encuadra en el complejo Ballabona-Cucharón (Unidad Bermejo), formado durante el Triásico, y está compuesto por cuarcitas y pizarras a base, y rocas carbonatadas a techo, con una significativa presencia de metabasitas que se repiten en varios de sus cerros de poca elevación con carácter piramidal surcados por numerosos ramblizos. Se encuentra identificado por varios topónimos de sur a norte, aunque pertenecen a la misma unidad: Cabezo Bermejo, Loma del Barranco Largo y Rincón de los Cuadros. El cabezo posee un emplazamiento clave con el control del paso de Rambla Salada hacia el E-NE, con la visión enfrentada de la ladera meridional de la Sierra de Orihuela; se encuentra, por tanto, en plena disposición y control de la materia prima silícea que aparece en el cauce de la rambla. En el entorno podemos hallar una variada representación arqueológica de las diferentes culturas que se han asentado en la zona de Santomera, convirtiéndose, de este modo, en un lugar de incuestionable importancia para la reconstrucción del poblamiento pretérito del término municipal. Algunos de los asentamientos, dadas sus características, se circunscriben a una época determinada, pero también se dan casos en los que la morfología del asentamiento, entre otros factores, hacen que se sucedan varias fases cronológicas que van desde el Paleolítico hasta la Edad Moderna.
Desde un punto de vista arqueológico, el Cabezo Bermejo es un emplazamiento que comenzó a documentarse en la segunda campaña realizada por Sacramento Jiménez y María Manuela Ayala en los años noventa, durante la que se localizaron un taller de sílex y restos de opus signinum y cerámicas grises en el paraje del Rincón de los Cuadros. A partir de los trabajos de investigación desarrollados por la Asociación Patrimonio Santomera desde 2018, se han documentado nuevos vestigios arqueológicos de diferentes épocas, convirtiendo al entorno del Bermejo en un enclave de interés histórico fundamental.
Los restos más antiguos los encontramos en la Cueva de la Higuera, conjunto formado por un gran abrigo y una cueva con doble boca, ocupada ya probablemente en el Paleolítico medio, como se deduce del estudio tecnológico realizado sobre los restos de industria lítica hallados en superficie. La Prehistoria reciente se encuentra representada en diferentes oquedades de uso funerario y del mismo periodo encontramos un pequeño taller de sílex en la ladera noreste. En la parte baja del cabezo, en el sector del Rincón de los Cuadros, se localizan una gran cantidad de restos cerámicos de adscripción romana. Además de los yacimientos registrados, han sido localizados diversos hallazgos aislados, cronológicamente relacionados con los sitios arqueológicos.
Hallazgos prehistóricos
Se han documentado varios vestigios adscritos a distintas fases prehistóricas que van desde el musteriense (época de los neandertales) hasta la Prehistoria reciente. El Paleolítico lo tenemos representado en el entorno de la Cueva de la Higuera (cuevas de la Higuera I y II). La Cueva de la Higuera I es un abrigo de unos 15 metros que carece de sedimento y por el cual ha discurrido agua torrencial de forma eventual, apareciendo los materiales en superficie y desplazados ladera abajo. Por su parte, la Cueva de la Higuera II posee varios metros de profundidad y una cavidad interna en roca con sentido ascendente; dispone de un estrato de gran potencia en su interior, aunque aparentemente entremezclado en sus fases de ocupación. Tiene dos salidas, una superior, a un metro de altura, orientada hacia el este y de gran tamaño, y otra más baja, orientada al norte, de menor tamaño y que se ve colmatada por el depósito sedimentario interno de la cueva. La evidencia de ocupación humana se debe a los materiales hallados en la ladera inmediata, así como también en el interior de la cavidad, destacando la presencia de un denticulado de típica talla neandertal, varios núcleos, restos óseos de ovicáprido y algunas lascas de indeterminadas, materiales realizados en su totalidad en sílex local procedente del entorno de Rambla Salada.
A lo largo de la ladera, en dirección SE-NO, orientadas tanto al sur como al oeste y a diferentes cotas de altitud, se han documentado varios enterramientos sepulcrales en covachas. En estos se repite el patrón que se documentó en la ladera meridional de la Sierra de Orihuela, donde encontramos diferentes cavidades con restos humanos, en ocasiones con evidencia de cremación parcial, manifestaciones que podemos encuadrar, a grandes rasgos, en los momentos finales de la Prehistoria (III y II milenio a. C.). En todos los casos se trata de enterramientos en pequeñas cavidades con escaso sedimento donde se produce la deposición (de forma secundaria) de restos de partes anatómicas del cuerpo ya esqueletizado; en varias ocasiones aparecen asociados a restos de fauna.
Se han localizado hasta la fecha cuatro cavidades con uso funerario. La primera en ser descubierta y la que presenta mayor cantidad de restos en superficie se ha llamado Cueva Popys. Es una covacha localizada en una vaguada al sur del entorno de Cueva de la Higuera, a unos 200 metros. Sus dimensiones son reducidas, 2 metros de profundidad por 1,5 de altura, y está formada por roca caliza en proceso de descomposición. El depósito es reducido y gran parte del mismo se encuentra en la ladera inmediata de la cueva. En la parte derecha del exterior de la cueva encontramos restos óseos: fragmentos craneales, de escápula, restos de falange y esquirlas sin identificar, algunos de origen humano y otros de animal grande. En el interior de la cueva, todos los restos recogidos son de animales, la mayoría fragmentos craneales y diafisarios, probablemente todos pertenecientes a ovinos o caprinos. Algunas de las fracturas no parecen accidentales, sino antrópicas, como consecuencia de su manipulación para su consumo o parte de un ritual funerario.
Por encima de la Cueva Popys encontramos las cuevas de la Aserradora I y II, dos covachas situadas en una laja en la parte superior del Cabezo Bermejo, donde se dan una serie de oquedades, cuevas, abrigos y fracturas de la roca caliza orientadas al este. La cueva principal (I) presenta una entrada más abierta y acaba en una oquedad de un metro aproximadamente y colmatada por sedimentos. Se localiza un peroné izquierdo de adulto con alteraciones postmortem, probablemente extraído del interior del estrato por algún animal. La otra cavidad (II) es de reducidas dimensiones y se adentra varios metros, presentando algo de depósito sedimentario. En el interior de esta covacha se ha reportado el hallazgo de una vértebra cervical y de una epífisis muy deteriorada.
Unos 200 metros hacia el norte desde la Cueva de la Higuera, y en la misma vertiente oriental del cabezo, encontramos otra pequeña oquedad con restos humanos llamada Covacha de la Loma. Se trata de una cavidad de reducidas dimensiones orientada al sur que presenta dos entradas de entre 40 y 50 cm, con unos 2 metros de desarrollo interno. En su interior se observan varias oquedades de no más de 15 cm donde apareció un fragmento de cráneo.
Además de las cuevas funerarias y de hábitat, también de adscripción prehistórica, se conocen tres yacimientos con restos líticos en superficie que han sido interpretados como zonas de talla o talleres. El primero de ellos, llamado Taller 20, se localiza en la ladera norte y en la cima de la Loma de Barranco Largo, un relieve que, en sentido noroeste-sureste, flanquea en su extremo meridional al término municipal de Santomera, a 500 m al sur de Rambla Salada. El sitio, que fue localizado en 1999, presenta una escueta colección de restos de talla y artefactos que pueden ser asignados al Neolítico o Calcolítico, siendo la mayoría subproductos de la reducción de bloques de sílex local; sin embargo, la presencia de varias herramientas configuradas sobre lasca podría indicar que en este lugar se llevaron a cabo otras actividades cotidianas, además de la talla. La zona se caracteriza por la ausencia de depósito de suelo, aflorando en muchos sectores la roca, salvo sedimentos puntuales localizados en las cavidades generadas entre las fisuras de la piedra.
Ceca de este emplazamiento encontramos el llamado Taller 22, situado a mayor altitud, en la arista que corona el cabezo y donde se localizaron fundamentalmente lascas de segunda extracción distribuidas tanto en la cima como en las laderas este y oeste inmediatas, además de un fragmento de cuenco de cerámica común romana (s. II a. C. – I d. C.). No se conserva depósito arqueológico; los restos se encuentran dispuestos sobre la misma superficie rocosa del cabezo. Presenta características similares a las del Taller 20: ambos están situados en altura, en la misma zona y con la misma orientación, con una posición de control sobre el paso de la Rambla Salada entre el Cabezo del Trigo y el Bermejo. La interpretación como asentamientos puntuales donde se buscaba la protección y dominio que ofrecen las alturas también puede aplicarse a un tercer emplazamiento llamado Taller Rellanas, situado en la vertiente occidental del Cabezo Bermejo, muy cerca de la cantera Las Rellanas, sobre la cima y ladera del cerro más elevado. Al igual que los talleres 20 y 22, parece ser un enclave donde hubo un pequeño asentamiento en altura en el que se practicó la talla de herramientas de sílex, que era recogido en la rambla; su función, sin embargo, parece ser más compleja que la de un simple taller, siendo más bien un lugar protegido que ofrecía una visión completa casi de 360 grados del paso de Rambla Salada y del puerto del Cabezo Alto desde el valle del Segura a la cuenca de Fortuna.
Evidencias de época histórica
En líneas generales, el término municipal de Santomera dispone de pocos yacimientos de época antigua que tengan gran entidad; en su mayoría, son abrigos asociados a actividades agropecuarias en la parte norte y sur de la Rambla Salada, controlando el paso por donde discurrían las vías naturales a poca altura del cauce. Estos abrigos poseen varias cronologías desde la Prehistoria a la época moderna; en su mayoría carecen de sedimento y cuando lo tienen, está entremezclado, apareciendo los materiales normalmente en la ladera inmediata de los mismos. Llama la atención el entorno de la Cueva de la Higuera donde se ha hallado restos de paredes de cerámica común romana de pastas rojas (s. II a.C. – s. II d.C.). En la Higuera I destaca la presencia de una pileta con canalizaciones antrópicas que podría tener paralelos con las localizadas en otros sitios ibero-romanos como la Cueva del Rey Moro, en Ayora, la Cueva Negra, en Fortuna o la Cueva de la Nariz, en Moratalla.
Los restos romanos más importantes hallados en el municipio corresponden al sitio conocido como Rincón de los Cuadros, yacimiento situado en las estribaciones septentrionales del Cabezo Bermejo, en el paraje homónimo, apareciendo los restos en una zona llana junto a una pequeña elevación y muy próximo al Camino de los Mesegueres. El yacimiento fue dado de alta en la Carta Arqueológica Regional en 1999, constatándose en superficie materiales cerámicos de cronología romana, fundamentalmente producciones de pasta gris asociadas a fragmentos de opus signinum. Posteriormente, en 2021, el lugar ha vuelto a ser prospectado. La zona donde se encuentra el yacimiento no ha sido roturada y alberga un depósito compuesto por los aluviones de la rambla que intercala capas de gravas de arrastre con sedimento arcilloso. Los materiales identificados son algunas escorias de hierro y plomo, así como escasa cerámica común romana con producciones de pasta gris y roja. Abundan proporcionalmente muchas bases de cuencos y platos, y también bordes de cerámica fina común con ausencia de terra sigillata. No se observan estructuras en superficie y podría corresponder a un establecimiento romano de tipo rural controlando el paso por la rambla hacia Fortuna y el Segura.
Respecto a los materiales de época medieval y moderna, se han documentado algunos restos aislados en la ladera oriental del cabezo, sobre todo en el entorno de la Cueva de la Higuera. Se trata de restos cerámicos de época islámica, destacando restos de redomas verdes con vidriados monocromos asociados al siglo XII –periodo tardoalmohade–, así como alcadafes y cerámica de cocina de similares cronologías. Estos abrigos y cuevas pudieron servir como refugio a transeúntes asociados a actividades agropecuarias o de bandidaje, como citan algunas fuentes escritas de la época en este territorio fronterizo. Además, aparecen algunos materiales de época moderna como lebrillos y lozas que podrían asociarse a la actividad de pastores trashumantes en la zona. El hallazgo de cerámicas islámicas y vidriadas modernas es común en otras zonas del municipio, siempre asociados a los abrigos y cuevas que flanquean el paso del Zacacho, y también en la zona del Malnombre, donde se situó un asentamiento de vigilancia y control de la ruta que iba a Orihuela por las faldas de la sierra.