Fiestas patronales de Santomera
Las fiestas patronales de Santomera, en honor a Nuestra Señora del Rosario, concentran su mayor actividad desde la segunda mitad de septiembre hasta la primera semana de octubre. Deparan una completa programación de actividades culturales, religiosas, deportivas y de ocio para personas de todas las edades e intereses.
Santomera celebra las fiestas del Rosario (7 de octubre) desde hace siglos. Posiblemente, se remontan a principios del XVII, quizás incluso a finales del XVI, dado que existen documentos que apuntan hacia tan antigua veneración de santomeranos y santomeranas por la mencionada advocación. No obstante, según consta en una escritura pública del 9 de septiembre de 1695 (Archivo Municipal de Murcia, legajo 1661), los pobladores del antiguo «Heredamientto de Santomera» decidieron ampliar su vieja ermita ese mismo año porque «hallándose ttan desacomodada y corta, no era capaz de las personas que concurren oír misa los días festibos» [sic].
También el presbítero José Villalva y Córcoles hizo referencia a esta vieja devoción en su libre ‘Pensil del Ave María’, de 1730. Entre sus páginas refleja que «en la Iglesia del Lugar de Santomera, aneja a la de Beniel, también se venera a María Santísima del Rosario. Es mucha la devoción que los vecinos tienen a esta Santa imagen por los muchos fabores que reciben de su magnífica mano devidos a la realidad de su grandeza. Todos los años tienen especialisimo cuidado de hacerle una solemne Fiesta. Y pues con tanta misericordia atiende la Santísima Virgen el clamor de nuestras necesidades, no seamos perezosos en pedirselo, ni tardos en elogiarla…» [sic]. De ese escrito se desprende, de forma evidente, un fervor y unas fiestas provenientes de muchos años atrás.
Desde sus orígenes hasta mediados del siglo XX, las celebraciones patronales de Santomera fueron eminentemente religiosas. Sin embargo, paulatinamente fueron introduciendo actividades cívicas paralelas, en buena parte gracias al Novenario: las nueve celebraciones que todavía hoy acercan las fiestas patronales a los distintos barrios y que, durante décadas, vinieron acompañadas de grandes verbenas populares. Desde aquellos años hasta hoy, la vida cultural, deportiva y de ocio de la localidad no ha dejado de incorporar novedades que han ido perfilando el completísimo y variado programa de las fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario que encontramos en la actualidad.
Entre sus principales atractivos figuran:
- El Festival de Folklore. Organizado en colaboración con el Grupo de Coros y Danzas Francisco Salzillo de Santomera, lleva desde 1989 ofreciendo muestras de la música, los bailes, las costumbres y el vestuario tradicionales de la Región de Murcia, del resto del país e incluso de otros países del mundo. Suele ser uno de los actos iniciales del programa –se celebra en el Auditorio Municipal Ginés Abellán la noche del segundo o tercer sábado de septiembre–, por lo que últimamente da cabida también al pregón de fiestas..
- Certamen de Pintura Rápida. Se trata de una actividad con menos solera, pero está dando excelentes resultados. Artistas de todo el país se reúnen para pintar, en plena calle o en medio de la montaña, ante la mirada de los curiosos, cuadros elaborados en un máximo de siete horas, con los que posteriormente se organiza una exposición en Casa Grande. Desde su primera edición, en 2015, viene celebrándose también el primer sábado de las fiestas.
- Sanvino, la Feria Gastronómica y del Vino de Santomera. Sin duda, uno de los actos más esperados y que mayor interés despiertan en el visitante. Desde su primera edición, en 2007, no ha parado de crecer y crecer gracias a una magnífica oferta gastronómica y vinatera y al incomparable ambiente que se vive durante las tres noches de feria. Su fulgurante éxito se debe, en buena medida, al gran trabajo de la Cofradía Gastronómica la Pimentera, organizadora de la feria junto a la Concejalía de Fiestas.
- Día del Ayuntamiento. El 29 de septiembre es siempre una jornada especial para Santomera, además de festiva y no laborable. Se conmemora el aniversario de la segregación municipal de Murcia, lograda esa fecha de 1978, en el que es popularmente conocido como Día del Ayuntamiento. Todos los años se sigue el mismo patrón: a las 10:30 horas, salida desde la plaza del Ayuntamiento de una ruta popular en bici en la que suelen participar alrededor de mil personas de todas las edades; y luego, en torno a las 13 horas, un multitudinario almuerzo, también en la plaza del Ayuntamiento, durante el que se reparten gratuitamente miles de bocadillos y cientos de litros de cerveza, refrescos y agua.
- Bando de la Huerta. Posiblemente, la actividad con mayor participación de todas las fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario es el Bando de la Huerta, que tiene lugar por las calles de Santomera el sábado inmediatamente anterior al 7 de octubre. Se trata de un desfile de carrozas que rememora las tradiciones huertanas y que se convierte en una explosión de alegría con música, bailes y reparto de bebidas y viandas. Parte a las 16:30 horas y, a su conclusión, ya entrada la noche, suelen celebrarse verbenas y conciertos.
- Celebraciones religiosas. En este ámbito, destacan, sobre todo: el Novenario, que suele arrancar el 26 de septiembre y concluir el 4 de octubre, haciendo protagonista cada uno de esos nueve días a un barrio diferente; la ofrenda a la patrona, habitualmente en la tarde-noche del 5 de octubre, la cual se completa con una misa multitudinaria en la plaza de la Iglesia y la posterior presentación de niños ante la Virgen; y, por último, los diferentes oficios realizados en la festividad de la Virgen del Rosario, el 7 de octubre, que tienen su culmen en la procesión nocturna.
- Actividades deportivas. Merecen también una mención detallada, porque tienen un peso ciertamente importante. Alrededor de una veintena de actividades y competiciones de las más distintas exigencias y disciplinas (baloncesto, ajedrez, tenis de mesa, bici de montaña, senderismo, hockey, fútbol, atletismo, gimnasia rítmica, petanca, fitness, tenis y pádel, voleibol…) se suelen dar cita en Santomera en el marco de las fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario.
Buena parte de las propuestas enmarcadas dentro de las fiestas patronales de Santomera tienen como escenario alguna de las siguientes tres localizaciones centrales:
- Auditorio Municipal Ginés Abellán. Acoge las principales actividades culturales: festivales de danza, trovo, el Festival de Folklore, que suele ir acompañado de la lectura del pregón, espectáculos infantiles o representaciones teatrales, entre otras.
- Plaza del Ayuntamiento. Foco tradicional del almuerzo popular del Día del Ayuntamiento, de Sanvino y la Feria Huertana de la Cerveza, de alguna verbena, de la revista de variedades y de otros espectáculos.
- Zona Güertana. Recinto situado a las afueras, que es el lugar de encuentro durante las fiestas para casi dos mil personas agrupadas en unas setenta peñas. Allí, además de distintas actividades de convivencia entre peñas (comidas, concursos, juegos, etc.), se concentran la mayor parte de los conciertos celebrados en estas fechas: el San Festival, de música electrónica, el Lemon Festival, encabezado en los últimos años por grupos con tanto tirón como La Raíz, La Pegatina, ToteKing, El Canijo de Jerez, Talco, Shinova o Miss Caffeina, o actuaciones de bandas referencia de la música española, como Seguridad Social, Celtas Cortos o Camela.
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Fiestas de Moros y Cristianos
Declaradas de Interés Turístico Regional, son una de las celebraciones de moros y cristianos más antiguas y destacables de la Región. Surgieron de manera espontánea en 1979, gozaron de una enorme expansión inicial y, tras superar momentos de cierta recesión, en los últimos años experimentan una nueva etapa de esplendor. Encuentran sus días centrales a lo largo de las últimas semanas de junio.
Muy extendidas por toda la geografía nacional, y especialmente por el Levante, las fiestas de moros y cristianos rememoran la Reconquista, época histórica que supuso el fin a setecientos años de dominación musulmana de la Península Ibérica gracias al impulso de las tropas castellanas y catalano-aragonesas. Se cree que el origen de estas celebraciones se hunde en la Edad Media, aunque no alcanzarían su resurgimiento y forma actual hasta el último cuarto del siglo XX, como constata el caso que nos ocupa.
Las Fiestas de Moros y Cristianos de Santomera, una de las manifestaciones culturales de este tipo más antiguas de la Región, surgieron de manera improvisada el 13 de octubre de 1979. Un grupo de vecinas y vecinos de la calle del Molino solía aprovechar el sábado siguiente al día de la patrona, la Virgen del Rosario, para organizar un convite; influenciados sin duda por la cercanía de Orihuela y Abanilla, donde estas celebraciones ya estaban asentadas, aquel año decidieron culminar la jornada desfilando disfrazados con indumentarias prestadas por la comparsa Moros Almorávides de Orihuela. La iniciativa fue todo un éxito, de manera que al año siguiente se hicieron sus propios trajes y salieron de nuevo a la calle. Más gente fue incorporándose poco a poco a aquella pujante fiesta y en 1983, ya con tres comparsas en funcionamiento y con la necesidad de ordenar los actos preparados, se fundó la Junta Central de Moros y Cristianos, que desde entonces viene encargándose de su organización.
Los siguientes continuaron siendo años de expansión. A los Moros Almorávides, fundadores de las fiestas, ya se había sumado los Caballeros y Damas de Ampurdán y los Contrabandistas del Mediterráneo; poco después, el bando de la media luna engrosaría sus filas con los festeros de Trek Al-Banyala. Las fiestas no paraban de crecer en popularidad y vistosidad, lo cual propició que en 1990 consiguieran la declaración de Interés Turístico Regional y que no mucho más tarde surgiera una quinta comparsa, la tercera mora: Zankat Al-Farfara.
La crisis económica de finales de los 2000, unida a otros factores, ocasionó sin embargo una etapa de recesión que derivó en la desaparición de Trek Al-Banyala, primero, y de Zankat Al-Farfara, después. La Junta Central de Moros y Cristianos afrontó esa situación de inestabilidad con cambios para intentar favorecer una mayor participación e implicación de las personas no asociadas. Una de las medidas adoptadas consistió en buscar acomodo en fechas menos cargadas para el municipio de actividades culturales. Así, pasaron de celebrarse a continuación de las fiestas patronales de la localidad, entre la segunda y la tercera semana de octubre, a hacerlo en fechas menos cargadas para el municipio de actividades culturales: a inicios de septiembre, primero, y en la última mitad del mes de junio, después y, al menos de momento, definitivamente. También resultó fundamental la creación, en 2009, del Campamento Festero, un espacio de encuentro común y público que sustituyó a cuartelillos y cábilas como epicentro de la convivencia y que ha facilitado la popularización de muchos de los actos programados. Como tercer factor clave para el nuevo periodo de esplendor que viven hoy los Moros y Cristianos cabe destacar el renacido interés de la juventud santomerana, que cada vez cuenta con mayor presencia entre los festeros y entre las directivas de la Junta Central y de las distintas agrupaciones.
Superados los momentos más críticos, las Fiestas de Moros y Cristianos de Santomera viven una segunda etapa de esplendor, materializada en la reciente incorporación de dos nuevas agrupaciones: Yonud, Hijos del Desierto (2017) y Piratas Berberiscos (2023).
Las Fiestas de Moros y Cristianos de Santomera han ido experimentando notables cambios con el paso del tiempo. Desde el origen hasta la actualidad, algunos actos han ido incorporándose o desapareciendo, ganando importancia o perdiéndola. Actualmente, los mismos se distribuyen a lo largo de dos fechas concretas:
- Medio Año Festero. Se celebra entre los meses de febrero y marzo. Como actividades más relevantes, incluye una comida de hermandad entre las cinco comparsas, que finaliza con un desfile informal por las calles de Santomera, y una cena de gala que sirve para entregar los premios concedidos a los mejores desfiles del año anterior y para presentar a los cargos festeros del actual: el capitán o capitana, el pregonero o pregonera y los socios de honor elegidos por cada agrupación.
- Fiestas de Moros y Cristianos. Los días grandes giran en torno al inicio del verano y el Campamento Festero, donde durante dos semanas se suceden verbenas, demostraciones de baile, espectáculos culturales de distinta índole, homenajes y cenas de convivencia. El cenit se alcanza en la noche del último sábado, cuando los festeros se atavían con sus trajes de gala y sus mejores ánimos para ofrecer su gran desfile ante las miles de personas que abarrotan la avenida Juan Carlos I.
Las Fiestas de Moros y Cristianos de Santomera cuentan en la actualidad con las siguientes agrupaciones:
- Moros Almorávides. Es la cábila fundadora de las Fiestas de Moros y Cristianos de Santomera y, todavía hoy, una de las más numerosas. Se constituyó en 1979, después de que un grupo de vecinos de la calle del Molino decidiera salir por las calles con una banda de música, arcabuces y chilabas prestadas por la comparsa almorávide de Orihuela. El amarillo es su color.
- Redes sociales: Facebook.
- Caballeros y Damas del Ampurdán. ‘Los Cristianos’, como son popularmente conocidos, se crearon en 1981, posibilitando la existencia de los dos bandos que dan título a estas fiestas. Constituyen la comparsa más multitudinaria y tienen su sede en un castillo construido junto al campo de fútbol El Limonar. Su color, el rojo.
- Contrabandistas del Mediterráneo. Al ritmo de ‘La morena de mi copla’, los Contrabandistas nacieron en 1982 gracias a un impulso colectivo encabezado por Carmen Villaescusa (Carmen ‘del Rufino’). Enrolados en el bando cristiano, aportan alegría y aires castizos a estas fiestas. Su color, el negro.
- Yonud, Hijos del Desierto. Se constituyó en 2017, gracias al ánimo de antiguos socios de la desaparecida cábila Trek Al-Banyala y de otros amigos. Su aparición contribuyó a engrandecer la nueva época de esplendor de estas fiestas, a las que aportan aires renovados y una puesta en escena siempre original. El azul índigo es su seña de identidad y el pueblo tuareg, su inspiración.
- Piratas Berberiscos. Son la última agrupación en incorporarse a las Fiestas de Moros y Cristianos de Santomera (2023). Su constitución aporta nuevas energías y, aunque entre sus filas se cuentan también a festeros llegados de otras agrupaciones, supone sumar a un nutrido grupo de personas hasta ahora no directamente vinculadas a estas celebraciones.
- Redes sociales: Facebook.
Las cinco comparsas se aglutinan en torno a la Junta Central de Moros y Cristianos de Santomera, creada en 1983 para facilitar la organización de estas fiestas y velar por su crecimiento.
Puedes consultar la programación completa de las últimas Fiestas de Moros y Cristianos de Santomera haciendo clic aquí.
Semana Santa
Tradición, cultura y fe se aúnan durante los tres intensos días y cinco desfiles procesionales de nuestra Semana Santa. En el caso de Santomera, se remontan al siglo XVIII, cuando comenzaron a desfilar los primeros pasos; hoy se cuentan trece, agrupados en doce cofradías, agrupadas en torno al Cabildo Superior de Cofradías. El municipio cuenta, además, desde 2003, con la procesión del Silencio de El Siscar.
Por su condición de municipio joven y madurado a la sombra de Murcia y Orihuela, las dos grandes ciudades entre las que se emplaza, bucear en la historia de Santomera siempre ha resultado especialmente complicado. La suma de las dos circunstancias anteriores justificaría la falta de una fuerte identidad propia que defender con orgullo y traspasar de generación en generación. Y eso, a su vez, parece la explicación más lógica a por qué existen tantas lagunas en el pasado de este pueblo, en comparación incluso con otros menos importantes ahora y antes.
El capítulo de la Semana Santa no es una excepción. En el contexto más amplio, las primeras procesiones pasionales de España se remontan al siglo XVI, coincidiendo con el Concilio de Trento y la Contrarreforma. Se tomó la decisión de exteriorizar la fe y empezaron a surgir las primeras cofradías y hermandades de Semana Santa. Las precisiones son, sin embargo, más arriesgadas al acotar el terreno. Para remontarnos a los orígenes de esta celebración en Santomera es necesario recurrir a conjeturas que, por razonables que sean, poco permiten dar por cierto. Son las que ofrece en distintos trabajos el recordado Paco Cánovas, fallecido en 2016, quien fue un gran conocedor del tema por su triple faceta de cronista oficial del municipio, hombre de profunda fe y presidente y mayordomo de La Dolorosa durante más de tres décadas.
Según Cánovas, las procesiones de Semana Santa debieron comenzar en Santomera a finales del siglo XVII o principios del XVIII. Para señalarlo, se basaba en indicios racionales. Se conoce por documentos históricos que la antigua ermita del Calvario fue ampliada en 1695 para añadirle dos nuevas capillas, «la del lado del Evangelio y la Epístola» cuyas hornacinas debieron destinarse a la Santísima Virgen de los Dolores y al Cristo con la Cruz a cuestas, como decían antaño los huertanos, pues fueron los mismos lugares que ocuparon estas tallas cuando se inauguró la actual iglesia parroquial, en 1870. La lógica invita a pensar que aquello se debió al deseo de poder realizar cortejos pasionales, para los que, además de estas dos imágenes, era necesario, como mínimo, que desfilara un crucificado: el Cristo de la Sangre que ya se veneraba con anterioridad en la vieja ermita.
Cánovas reforzó esa teoría con otro dato contrastado: en 1861, el alcalde denunció a un vecino por apropiarse de un olivar por donde pasaban las procesiones «de toda la vida»; de ahí se desprende que los más antiguos ya sabían por sus padres y abuelos que se celebraban desde hacía mucho tiempo. Y, con su habitual prudencia, aclara que las primeras pruebas irrefutables se fechan en 1898, aportadas por los libros de actas de la Asociación de la Virgen de los Dolores.
Así, pues, Santomera muy probablemente comenzó a realizar viacrucis penitenciales en los albores del siglo XVIII y, con total seguridad, ya sacaba procesión oficial el Jueves Santo a finales del XIX. Por entonces, ese primer cortejo –que entre 1979 y 2008 se adelantó a Miércoles–, contaba con los tres mencionados pasos, a los que más tarde se uniría San Juan. Y entre finales del XIX y muy principios del XX comenzó a celebrarse la segunda marcha pasional, la del Viernes Santo, la del Señor Muerto, como era entonces popularmente denominada. Y la de ‘la Cama’, que desde aquel momento engrosó la procesión del Santo Entierro, que, como hoy, cerraba La Dolorosa con manto negro, en la sublime trascendencia de La Soledad.
Aquellas pujantes procesiones santomeranas, capaces ya de despertar la admiración entre los pueblos vecinos, se vieron interrumpidas por la Guerra Civil. Y no solo eso: como en otros tantos lugares del país, en 1936 se produjo una bárbara quema de santos de catastróficas
consecuencias para el patrimonio artístico-religioso de Santomera. Entre las imágenes destruidas, una hermosísima Dolorosa tallada en 1800 por Roque López, discípulo predilecto de Salzillo. Paco Cánovas, por entonces un niño que presenciaba curioso la escena, recordaba así aquel capítulo: «Tristemente, después de permitir que se llevaran los santos, fueron de casa en casa recogiéndolos. Los llevaron al atrio de la iglesia, hicieron una pila y les prendieron fuego. La última imagen en quemarse fue la Virgen de los Dolores, una Dolorosa, escuela de Salzillo, de las más hermosas. Cayó encima del montón. Prendió el fuego en los vestidos y subió por la armadura de madera hasta su cara. Entre llamas permaneció mucho tiempo aquel rostro divino, que parecía llorar más perdonando a quienes, sin saber por qué, estaban cometiendo aquella
penosa equivocación…».
Ocho años tardó Santomera en adquirir los nuevos pasos necesarios y poder volver a sacar a la calle su Semana Santa cada Jueves y Viernes Santo: Nuestro Padre Jesús Nazareno, obra de Andrés Lajarín, el venerado Cristo del Calvario, el San Juan que compró el siscareño Salvador Guillén, el Yacente de los talleres de Olot, que descansa dentro del Santo Sepulcro, y La Dolorosa tallada con maestría por Sánchez Lozano.
Y diez años después, señal de la renovada ilusión por estas celebraciones, se incorporó la tercera procesión, la del Silencio, que partió por primera vez la medianoche del Jueves Santo de 1954, ya con el actual crucificado, rodeada de tinieblas y mudez solo quebradas por un par de faroles, por los cirios que portaban muchísimos fieles de este y otros pueblos y por el redoble de un solitario tambor. Hasta nuestros días, sigue siendo este el cortejo más solemne y que mejor conserva su inicial esencia, aunque en 1994 se introdujera como importante novedad el conmovedor momento del encuentro entre la Madre y el Hijo, entre La Dolorosa y el Cristo del Silencio.
Ya en 1975 se organizó la primera procesión del Resucitado, encumbrando así el Domingo con la celebración de la vuelta de Cristo a la vida. La Purísima, que sigue hasta hoy, el San Miguel que aportaban las Clarisas, el Sagrado Corazón de Jesús de la familia de Mariano Artés Gómez y un joven que hacía las veces de demonio encadenado, completaron junto a San Juan aquel desfile inaugural. Con el tiempo se sumaron la Cruz Triunfal (1987), San Miguel (1998) y el Cristo Resucitado (2003), que cubren ampliamente el hueco que formaron los dos pasos que ya dejaron de salir.
Desde entonces hasta hoy, la Semana Santa de Santomera ha combinado etapas de crecimiento con otras de retroceso que no han sido óbice para que el patrimonio artístico-religioso del municipio haya seguido creciendo con notoriedad. Por encargo de David Castejón Ballester, el afamado escultor Sánchez Lozano concluyó en 1981 su magistral Cristo del Rescate, que desde dos años después encabeza los cortejos de la
pasión y el entierro. Y en 2016 procesionó por primera vez el San Juan del también reputado Pepe Hernández, sustituto del que en los años cuarenta llegó procedente de los talleres de Olot. Por último, en 2019, hecho histórico, se sumaron dos nuevos pasos: la Santa Mujer Verónica, esculpida por Pablo Corbalán, y Jesús de la Caída, con imágenes de Milton Farfán y Salvador García, que vienen a seguir engrandeciendo una Semana Santa originada hace más de tres siglos y que es uno de los legados religiosos y culturales más valiosos que nos dejaron nuestros antepasados.
- Cuaresma. Varios actos adelantan las celebraciones puramente pasionales durante los días de Cuaresma. Entre ellos, seguramente el de mayor calado sea la solemne ceremonia del pregón de Semana Santa, acompañada siempre de la entrega de galardones a las personas que el Cabildo elige para su lectura y como Nazareno de Honor y Cofrade Distinguido. Generalmente se celebra el sábado anterior al Domingo de Ramos. Además, todos los viernes de Cuaresma se completa un viacrucis con el Cristo del Calvario por las calles del pueblo, desde el templo de Nuestra Señora del Rosario hasta la ermita del Calvario, lugar que el primer viernes de marzo acoge un besapiés al Cristo. Representaciones teatrales, conciertos de música sacra, concursos de dibujo y otros encuentros eucarísticos completan la programación en tiempos de Cuaresma.
- Domingo de Ramos. Cargada de palmas o ramas de olivo, la feligresía santomerana se concentra en una de las principales plazas de la localidad, escogida cada año, para leer de la Biblia y participar de la bendición de las palmas que realiza el párroco. Posteriormente, la comitiva, acompañada de los estandartes de las diferentes cofradías, se desplaza hacia la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, donde se celebra una misa solemne.
- Jueves Santo. Los desfiles pasionales de la Semana Santa de Santomera comienzan con la procesión de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Participan en ella los siguientes pasos: Cristo del Rescate, Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Mujer Verónica, Cristo del Calvario, San Juan y la Virgen de los Dolores. Apenas un par de horas después, bien entrada ya la noche, parten las dos procesiones del Silencio del municipio: en El Siscar, con los tronos del Cristo Crucificado y La Dolorosa, y en Santomera, con el Cristo del Calvario y la Virgen de los Dolores –copia de la Dolorosa de Salzillo realizada por Sánchez Lozano–. Estas marchas son las únicas en las que los nazarenos no reparten caramelos, transcurren entre penumbras, bajo la tenue luz de las velas, tienen por único acompañamiento musical el retumbar de los tambores y alcanzan su cénit durante los respectivos encuentros entre las imágenes del Hijo y la Madre.
- Viernes Santo. A lo largo de la mañana del Viernes Santo, la Cofradía del Santo Sepulcro tiene por costumbre embellecer el trono con sus tradicionales alhelíes blancos, cultivados con esmero durante todo el año. A primera hora de la tarde tiene lugar en la iglesia parroquial la celebración de la Pasión y Muerte del Señor, adelanto de la procesión del Santo Entierro que parte por la noche con los siguientes pasos: Cristo del Rescate, Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Mujer Verónica, Nuestro Padre Jesús de la Caída, Cristo del Silencio, El Sudario, Santo Sepulcro –popularmente conocido como ‘la Cama’–, San Juan y la Virgen de la Soledad. Al finalizar la marcha, es antigua costumbre realizar un viacrucis desde el templo parroquial hasta la ermita de la Casa del Huerto, donde reposa el Santo Sepulcro.
- Sábado Santo. A las 23 horas tiene lugar en el templo parroquial de Nuestra Señora del Rosario la Vigilia Pascual.
- Domingo de Resurrección. El Domingo de Gloria es el día más alegre de la Semana Santa de Santomera. Arranca con la celebración de una Santa Misa en la iglesia, a la que sigue la procesión de la Resurrección del Señor. Acompañados de nazarenos descapirotados que reparten caramelos, bocadillos, huevos duros o monas de Pascua, y rodeados de un ambiente puramente festivo, desfilan aquí los pasos de la Cruz Triunfal, San Miguel, Cristo Resucitado, San Juan y La Purísima.
Trece pasos, agrupados en doce cofradías, componen las procesiones de la Semana Santa de Santomera:
- Cristo del Rescate. Talla de manos atadas al frente, tras ser flagelado y coronado con espinas. De cautivador rostro, la genial obra de Sánchez Lozano supone una magnífica carta de presentación para la Semana Santa de Santomera, cuyas procesiones abre desde 1983, aunque la obra data de dos años antes. Participa en los cortejos de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Jueves, y del Santo Sepulcro, el Viernes, para lo que es trasladado desde la ermita de La Matanza. Sus nazarenos lucen túnica morada de terciopelo y capuz blanco, con estilo huertano en el caso de quienes portan el trono, realizado en madera y con detalles de orfebrería y escenas bíblicas.
- Nuestro Padre Jesús Nazareno. El escultor valenciano Andrés Lajarín supo plasmar con maestría el dolor y la humillación de un hombre flagelado y apaleado que carga la cruz a cuestas, camino del Calvario. Basta una mirada al semblante del titular de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, imagen de vestir elaborada entre 1935 y 1936, para sentir toda esa emoción contenida. Treinta costaleros se encargan de llevar el trono, que recrea a Cristo sobre un puente; entre ellos, algunas mujeres –fue el primer paso en incluirlas como portadoras–. Va acompañado en sus desfiles de Jueves y Viernes Santo por nazarenos con túnica, capa y capuz de raso morado, adornado con ribetes, cíngulo y un colgante con la insignia de la cofradía de color dorado.
- Santa Mujer Verónica. La Cofradía de San Miguel incorporó en 2019 la imagen de la Santa Mujer Verónica para representar la sexta estación del viacrucis: el momento en el que Verónica tiende un paño a Cristo para que se enjugue el sudor y la sangre, quedando milagrosamente impreso su rostro divino en la tela. Es obra del escultor santomerano Pablo Corbalán García, que, tras un año de trabajo, logró rematar una hermosa talla de vestir realizada en madera de cedro, bendecida el 13 de abril de ese mismo año. Procesiona en los desfiles de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Jueves Santo, y del Santo Entierro, el Viernes, sobre un trono con medio siglo de historia, heredado de la Virgen de la Fuensanta de Murcia. Sus nazarenos visten la misma túnica del Domingo, de estilo huertano y color granate. Van precedidos por el estandarte, de color rojo, con dos alas y un cáliz pintados por el artista santomerano José Miguel Muñoz.
- Cristo del Calvario. La actual imagen –sustituta de la destruida en 1936, datada entre los siglos XVII y XVIII– fue adquirida por Joaquina ‘de la Balsa’ cuando la guerra aún no había concluido, motivo por el que llegó a Santomera escondida en un carro, tapada con paja. No se trataba entonces de una talla nueva, lo que hace pensar que pueda superar con facilidad los cien años. Jueves muestra la escena del Calvario completa: Jesús, ya abandonado, junto a la Virgen de las Angustias, un ángel que recoge su sangre y, desde 2018, San Juan. En el cortejo del Viernes, el Cristo es sustituido por una cruz de la que pende El Sudario. Sus nazarenos visten túnica negra y fajín, capa, manguitos y capirote morados.
- San Juan Evangelista. La habitual presencia del discípulo amado en los episodios de la pasión y muerte de Jesucristo motiva que su imagen sea la más recurrente: participa en todos los cortejos, excepto en la procesión del Silencio. Sobre el trono se yergue una talla de tamaño natural, realizada en madera de cedro real por el escultor murciano José Hernández Navarro, la cual sustituyó en 2016 a la que venía empleando la cofradía desde los años cuarenta. El apóstol, sereno y tranquilo, porta en su mano izquierda el evangelio que acaba de escribir mientras camina descalzo y sosegado. Puede verse el resto del año en la capilla de San Luis de nuestra iglesia. Los nazarenos visten túnica verde (roja el Domingo, en el caso de los 24 estantes) con capa y capirote rojo.
- La Virgen de los Dolores. La Dolorosa es uno de los pasos más arraigados en nuestra Semana Santa. En 1800 llegó a Santomera la primera de sus imágenes, extraordinaria obra de Roque López, discípulo predilecto de Salzillo, quemada como la mayoría en la Guerra Civil. Su vacío fue cubierto en 1943 por la actual, talla de vestir del imaginero Sánchez Lozano que conserva el aire salzillesco, expuesta en la capilla de la Comunión. Con túnica rosa y manto celeste bordado en plata, cierra el primer desfile de Jueves Santo y sale luego al encuentro del Cristo del Silencio en la plaza de la Iglesia. Viernes Santo vuelve a procesionar en último lugar bajo la advocación de La Soledad luciendo vestido blanco y manto de terciopelo negro bordado en oro. Su trono es portado por doce estantes con túnica de raso azul y un escudo bordado con la inscripción Mater Dolorosa.
- Nuestro Padre Jesús de la Caída. La Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída se constituyó en el año 2016, pero su imagen titular no procesionó por primera vez hasta el Viernes Santo de 2022 (aunque su estreno estaba previsto para 2019, primero la lluvia y después la pandemia terminaron retrasándolo). Fruto de la devoción y afición por la imaginería religiosa de Antonio Martínez Molinero, representa la quinta estación del viacrucis: el momento en el que Cristo, camino del Calvario, exhausto, tras haber caído por primera vez al suelo, es auxiliado por Simón de Cirene. Para ello se recurre a dos tallas de madera de cedro policromado, con ojos de vidrio y ropaje tallado, realizadas por el escultor peruano Milton Farfán (2010 y 2011, respectivamente); completa la escena, como observadora, la Santísima Virgen de las Angustias (2011), talla de candelero del ceheginero Salvador García, con rostro y manos de madera de cedro y saya y capa bordadas por Fina Molinero. Procesiona sobre un trono de madera de tilo adornado con candelabros de pan de oro y sus nazarenos visten túnicas de color burdeos, igual que los capirotes –con la insignia de la cofradía bordada–, y cíngulos amarillos.
- Cristo del Silencio. La única imagen de la Semana Santa de Santomera que inicia un recorrido procesional desde un sitio distinto al templo parroquial es el Cristo del Silencio. Lo hace el Jueves Santo, cuando parte desde el convento de las Hermanas Clarisas para encontrarse con la Virgen Dolorosa en la plaza de la Iglesia, colofón al cortejo del Silencio. Marcha sobre los hombros nazarenos vestidos con túnicas completamente negras, adornadas con cintas de raso blanco, acompañado entonces de penitentes que alumbran con velas y custodiado por un grupo de romanos. Al día siguiente, Viernes Santo, participa en su segundo y último desfile, el del Santo Entierro. Titular de la Cofradía del Santísimo Cristo del Silencio, la talla, elaborada en 1942, está expuesta en la entrada diestra de la iglesia.
- Cristo Yacente. ‘La Cama’, titular de la Cofradía del Santo Sepulcro, es, sin duda, uno de los pasos más destacados de la Semana Santa santomerana. Data de la segunda mitad del siglo XIX (1850-1885) y representa a Jesús dentro de una urna funeraria de madera tallada y bañada en oro y plata. La figura original de Cristo, destruida en la Guerra Civil, fue sustituida en los cincuenta por otra de pasta madera fabricada en Olot. El trono, de tres varales, es portado por diez estantes que, como los restantes nazarenos, visten túnica morada de verduguillo, tipo franciscana, adornada con un cordón dorado. Procesiona en el cortejo del Santo Entierro, el Viernes Santo, tras el que es trasladado en viacrucis hasta su ermita, donde se puede visitar a demanda el resto del año.
- Cruz Triunfal. Seis estantes y sus correspondientes relevos cargan cada Domingo de Resurrección con el trono de madera dorada, datado en 1952, sobre el que se levanta la floreada Cruz Triunfal. Desde su primera participación, en 1987, hasta la actualidad, la familia Pérez-Carmona ha asumido la camarería del paso. Se trata de una imagen floral engalanada cada Semana Santa por artesanos floricultores, por lo que su aspecto varía de un año a otro. Entre niños y adultos, 32 nazarenos la acompañan durante la procesión del Resucitado, vistiendo túnicas beige con ribetes dorados y una cruz bordada en el brazo. Su hermosísimo estandarte, bordado íntegramente en hilo de oro, desfiló por primera vez en 1998 y fue donación por promesa de Reme Bautista.
- San Miguel. La Cofradía de San Miguel Arcángel se incorporó a los desfiles pasionales de nuestro municipio en 1998 gracias a la iniciativa de las familias Ayllón-Casanova y González-Villaescusa. Su imagen titular, de fibra de vidrio policromada y cola de conejo, es obra de José Luis Marzo Herrán, catalán afincado en Santomera, y muestra al protector de la Iglesia cubierto por una armadura, empuñando con la diestra una espada y sujetando con la izquierda las cadenas que apresan al diablo. Desfila a hombros de dieciocho estantes, sobre un trono de madera dorada renovado en 2015. Sus nazarenos visten túnicas granates de estilo huertano con enaguas, medias y esparteñas, a semejanza de ‘los Coloraos’ de Murcia.
- Cristo Resucitado. Animada por el entonces párroco, Jerónimo Sánchez, la Asociación de Amas de Casa enriquece desde 2003 los desfiles pasionales de Santomera con esta imagen de Cristo Resucitado. Tallada en cedro canadiense, la obra demuestra el profuso conocimiento que su autor, el reputado imaginero Pepe Hernández, posee sobre la fisionomía del cuerpo humano, la historia sagrada y, en especial, Jesucristo. Costaleros y demás nazarenos van cubiertos con túnicas de raso blanco con adornos dorados de pasamanería. También acompaña el paso un grupo de 45 manolas ataviadas con traje negro de teja y mantilla blanca.
- La Purísima. Obra proveniente de los talleres de Olot, la Purísima Concepción fue adquirida en 1942 por la familia Artés-Borreguero y actualmente se encuentra bajo la camarería de sus descendientes de la rama Sánchez-Campillo. Fue uno de los pasos con los que comenzó a celebrarse, en 1975, el cortejo del Domingo. Y, desde entonces hasta hoy, se viene encargando de cerrar la procesión del Resucitado. Seis portadores cargan el trono, en el que se muestra a la Inmaculada gozosa por el anuncio de la resurrección del Hijo, situada sobre nubes sostenidas por un grupito de pequeños ángeles. Destaca la vestimenta de sus nazarenos, de color blanco y azul celeste, con capuz de estilo hebreo.
Las celebraciones de Semana Santa en el municipio se completan con la Procesión del Silencio de El Siscar, que representa el encuentro entre el Cristo Crucificado y La Dolorosa:
- Cristo Crucificado. La imagen original procesionó en El Siscar entre 2003 y 2011; un año después, fue sustituida por otra de mayor tamaño, adquirida en la Librería Diocesana de Murcia por la antigua hermandad. Ambos están expuestos de forma permanente en la iglesia de la localidad, y tanto del primero como del actual se desconocen el autor y el año de producción. El trono es portado por diez portadores que lucen túnicas de terciopelo morado, igual que los integrantes del grupo de tambores.
- La Dolorosa. La Virgen de los Dolores, obra de vestir del reputado imaginero murciano José Hernández Navarro, llegó a El Siscar en 2008, cumpliendo el encargo que José Martínez Juárez (‘Ceferino del Estanco’) y Teresa Andúgar González, por entonces ya difuntos, habían dejado a sus hijos Antonio y Pepe. Fue bendecida el Domingo de Ramos de aquel año. Se encuentra en la iglesia de El Siscar y procesiona sobre un trono de ruedas empujado únicamente por mujeres vestidas de luto.
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Fiestas patronales de El Siscar
Cada verano, El Siscar se viste de gala para celebrar una variada multitud de actos en honor a su patrona, Nuestra Señora de los Ángeles. Se trata de unas fiestas populares a la antigua usanza, caracterizadas por la unión y una alta participación que comienza desde la base, pues, aunque cuentan con la colaboración del Ayuntamiento, están directamente organizadas por una comisión vecinal que se renueva año tras año.
A menudo, el programa de actividades se despliega durante más de un mes, aunque alcanza mayor concentración en su recta final, entre los últimos días de julio y los primeros de agosto, buscando la proximidad con el 2 de agosto, día de su patrona, la Virgen de los Ángeles. Suele comenzar a mediados de junio, con la apertura de la cantina ubicada en el recinto de fiestas, que se convierte en centro de referencia de la localidad durante estas semanas, y con un campeonato de fútbol sala que nació en los ochenta y desde entonces ha visto pasar ya a docenas de jóvenes deportistas de todo el municipio y los alrededores.
Con la llegada de julio, los fines de semana empiezan a deparar distintas propuestas para todos los gustos y edades, marcadas casi siempre por un denominador común: la alta participación. Porque si por algo destacan estas fiestas es precisamente por eso: por ser capaces de aglutinar a todo un pueblo, y a un buen número de visitantes, en torno a un programa entrañable y tradicional, sin grandes espectáculos de relumbrón, que prima por encima de todo la convivencia. Exhibiciones y competiciones deportivas, entre las que se hace un hueco destacado también la Carrera Popular de El Siscar, disputada por primera vez en 2014 (con competiciones para todas las categorías de base y distancia absoluta de 5 kilómetros sobre circuito urbano), se combinan con otras propuestas culturales y lúdicas.
La primera gran velada gira habitualmente alrededor de la gala de presentación de las reinas de las fiestas, de normal acompañada por el pregón y una verbena animada por la actuación de alguna orquesta. De sábado a sábado, el siguiente se celebra la gala de coronación, a partir de la cual se suceden oportunidades diarias para la diversión. En esa semana grande suelen tener lugar la tarde juegos populares, noches de convivencia entre peñas, la tradicional cena de homenaje a la tercera edad y la cena popular, rutas senderistas con reparto de pan con aceite, chocolatadas y concursos de postres o el día de las atracciones infantiles. Son jornadas muy siscareñas, pero abiertas con agrado a la asistencia de visitantes, circunstancia que toma especial relevancia en la juventud con el desfile de carrozas, plato fuerte del sábado final.
Y así se llega al domingo que pone fin a las fiestas patronales de El Siscar, el más cercano al 2 de agosto, ya sea anterior o posterior, cuando todas las atenciones se centran en la Virgen de los Ángeles, a la que ya antes se le ha rendido tributo a través del Quinario. En su honor se celebran una gran alborada, un pasacalles, una santa misa y la procesión que recorre las calles de la localidad que pone colofón a la programación.
La Comisión de Fiestas, formada por un grupo de vecinos y vecinas que varía cada año por designación de sus anteriores integrantes, se encarga de diseñar el programa y de organizar todos los actos. Para ello, se apoya en el Ayuntamiento de Santomera, que aporta medios humanos, materiales y también económicos. No obstante, parte importante de la financiación necesaria para llevar a cabo las fiestas patronales de El Siscar se recauda a través de colectas, aportaciones particulares y determinadas actividades celebradas a lo largo del año e impulsadas igualmente por la propia Comisión.
Durante los meses de verano, y de manera destacada a lo largo de las semanas que duran las celebraciones en honor a la Virgen de los Ángeles, el recinto de fiestas de El Siscar se convierte en el centro neurálgico de la localidad. Aunque algunas de las actividades programadas se extienden a otras localizaciones, como el teatro, el centro cultural o las propias calles, es aquí donde se concentran la mayor parte, aprovechando su escenario, su amplitud y también la cercanía de las instalaciones deportivas. La apertura de la cantina, a principios del verano, le da vida constante a la plaza, en cuyo entorno tienen lugar la inmensa mayoría de propuestas, como verbenas y espectáculos, las cenas de convivencia, las galas de presentación y coronación de las reinas.
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Fiestas patronales de La Matanza
A caballo entre los últimos días de agosto y los primeros de septiembre, La Matanza de Santomera rinde honores a su patrona, la Virgen de la Fuensanta. Se trata de unos festejos sencillos y tradicionales, que fortalecen los lazos de unión de una comunidad que reside disgregada en distintos barrios; convivencias, actividades lúdicas y religiosas destacan en el programa que cada año diseña la Comisión de Fiestas encargada.
Las fiestas patronales de La Matanza de Santomera se remontan al año 1975, cuando tuvo lugar la construcción de la ermita en la que se venera a la Virgen de la Fuensanta, ubicada en lo más alto del barrio de la Almazara. Desde sus inicios, se han caracterizado por ser unas celebraciones sencillas, humildes y tradicionales, aunque en las últimas décadas se han incorporado actividades lúdicas que gozan de gran popularidad entre los moradores del Campo de la Matanza y de otras localidades vecinas.
El programa se inicia el penúltimo o el último domingo de agosto con la romería de la Virgen de la Fuensanta, posiblemente la actividad más multitudinaria de todas; en la actualidad, transcurre por las calles de La Matanza, aunque durante años tuvo como punto de partida la iglesia parroquial de Santomera. El regreso de la patrona a su ermita se suele celebrar con el posterior reparto de paella, rifas y atracciones infantiles. Será esta la primera de las distintas convivencias vecinales que tendrán lugar en la plaza de la Ermita, donde se habilita servicio de cantina, hasta la conclusión del programa.
Veladas de música y baile, la cena de homenaje a la tercera edad o los trasnochadores repartos de migas, sardinas o pan casero con aceite sirven de excusa perfecta para disfrutar en buena compañía de la refrescante brisa de las últimas noches estivales. En esta línea, sigue gozando de especial atracción la gala de coronación de las reinas, seguida normalmente de una verbena. La juventud también cobra protagonismo en la discomóvil que no suele faltar y, de manera destacada, en el desfile de carrozas, donde hacen gala de imaginación en el intento de conseguir los mejores disfraces.
Noches de cine, monólogos o revistas de variedades van dando forma al resto del programa, muy centrado en torno a la Virgen de la Fuensanta, que vuelve a salir en procesión el primer domingo de septiembre como colofón, antes del lanzamiento del castillo de fuegos artificiales que pone fin a las fiestas.
Cada año, un grupo de vecinos y vecinas se pone al frente de la Comisión de Fiestas, encargado de darle forma al programa y de organizar las distintas actividades, siempre en colaboración destacada del Ayuntamiento de Santomera.
En el punto más alto del barrio de la Almazara, se ubica la ermita de la Virgen de la Fuensanta. Tanto el interior del templo como, de manera especial, el recito que la rodea, se convierten en el escenario de la mayor parte de las actividades programadas. Una cantina y los típicos puestos ambulantes se encargan de que no falte nada.
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Fiestas del Calvario
Aunque humildes en la actualidad, las fiestas del Calvario son entrañables y, seguramente, las más antiguas del municipio. Impulsadas año tras año por un grupo de vecinos, algunos ya tristemente desaparecidos, han atravesado por distintos momentos a lo largo de los últimos años. Sin embargo, siempre se han mantenido fieles en su apuesta por agradar a un sector muy concreto de la población: la infancia.
Las fiestas del Calvario, en tiempos pasados tan importantes en Santomera como las patronales del Rosario, se celebran en torno al 14 de septiembre. Esta fue la fecha que la Iglesia fijó para oficiar la Exaltación de la Santa Cruz, si bien para los santomeranos es el día del Cristo del Calvario –que tampoco se dice Santísimo Cristo de la Sangre, como corresponde a su verdadera advocación piadosa–.
El origen y motivación de la fiesta de Exaltación de la Santa Cruz es antiquísimo. Según datos hagiográficos antiguos, el año 615, en guerra Persia y el Imperio de Oriente, Cosroes II, rey de los persas, tomó la ciudad santa de Jerusalén y se llevó la Cruz que sostuvo a Jesús Crucificado. Heraclio, emperador de Constantinopla, pidió la paz a Cosroes II, pero este, envanecido con sus victorias, respondió que concedería la paz cuando el emperador y todos sus vasallos cristianos renunciaran a Jesucristo y adorasen al Sol.
Los cristianos se ofrecieron a Heraclio para derramar la última gota de sangre en defensa de su fe. Dispuesto el ejército y tomando una milagrosa imagen de Jesús, el emperador alentó a los soldados a dar su vida por Cristo, Hijo de Dios verdadero…Vencidos los persas, su nuevo rey, Siroes, hijo de Cosroes II, suplicó la paz a Heraclio ofreciendo entregar la Cruz de Cristo que durante catorce años habían retenido los persas en la ciudad de Cresifón.
La sagrada Cruz fue llevada en triunfo a Constantinopla y recibida por el pueblo con ramos de olivo y velas encendidas; posteriormente Heraclio la restituyó, llevando él mismo la sagrada carga hasta el Calvario y entregándosela al patriarca de Jerusalén en presencia de multitud de cristianos llegados de todas partes para honrar la Cruz del Señor… Sucedió esto el 14 de septiembre del año 629 y la Iglesia designó este día para solemnizar la Exaltación de la Santa Cruz, el mismo día que tradicionalmente se festeja en Santomera al Cristo del Calvario.
Es posible que la fiesta del Calvario sea la más antigua de Santomera. La tradición cristiana de los santomeranos –sin remontarnos a tiempos anteriores a la invasión árabe– se afianzó con los repobladores que trajo a estas tierras Jaime I de Aragón, según sugieren escritos de Comontes –obispo de Cartagena (1447-1458)– tomando referencias del año 1366.
Sabemos que con el rey aragonés marchaban monjes de la Orden de la Merced, fundada por el propio Jaime I y San Pedro Nolasco el año 1218. Esta orden, en principio llamada de Santa Eulalia, rendía culto especial a la figura de Cristo Crucificado, como aún podemos observar en templos que atienden los mercedarios.
Si tenemos en cuenta que lo primero que edificaban en los asentamientos cristianos era la ermita, es lógico pensar que aquellos repobladores de Santomera, al construir su primer lugar de culto –para nosotros, el primitivo Calvario–, lo dedicaran a Cristo Crucificado, devoción propia de la Orden de la Merced, y tomaran el día de la Exaltación de la Santa Cruz para celebrar la fiesta de su Cristo de la Sangre. Algo similar al cercano pueblo de Santa Cruz, también de viejas raíces cristianas, que celebra la fiesta de su patrono, el Cristo de la Expiración, el día 14 de septiembre.
El 14 de septiembre, fecha significativa para la cristiandad, se consideró siempre importante en las fiestas del Calvario. No obstante, muchos años los actos más relevantes, tanto religiosos como cívicos, se han celebrado el domingo siguiente a esa fecha, bien que los santomeranos consideran este día como del Cristo del Calvario, aunque la Iglesia lo tenga designado, desde hace siglos, a la Exaltación de la Santa Cruz.
Es conveniente recordar que estas tradicionales fiestas son de todos los santomeranos, porque existe la creencia errónea de que corresponden exclusivamente al barrio del Calvario. No es así. Son viejas fiestas de Santomera que, en principio, organizaban los vecinos del barrio de Zarandona (antiguo nombre del barrio) con la colaboración de todo el pueblo, siguiendo el legado de sus antepasados que las consideraban muy suyas… Después y hasta el presente, siguen siendo los vecinos del Calvario quienes coordinan todo cuanto concierne a las fiestas, incluso a la ermita, y gracias a sus esfuerzos y sacrificios, dignos de alabanza y agradecimiento, se mantienen estos festejos históricos que dan renombre a Santomera.
Francisco Cánovas Candel
Revista ‘La Calle’ nº 93, octubre de 2010
Encorsetadas por las festejos patronales de La Matanza y, muy especialmente, por las de Santomera, las fiestas del Calvario han ido perdiendo relevancia con el transcurrir del tiempo. De manera particular, han cedido terreno conforme se han ido expandiendo en el calendario, y en intensidad, las que la localidad santomerana celebra en honor a la Virgen del Rosario. Hasta finales del pasado siglo, gozaban de enorme popularidad actos como el partido de solteros contra casados o una divertida yincana, esperada con ansia por la juventud del momento. Sin embargo, actualmente presentan un formato reducido y muy centrado en tres propuestas permanentes:
- La romería con el Cristo del Calvario.
- Fiestas infantiles. Con hinchables y talleres, normalmente en las plazas del Corralón y del Vivero.
- La procesión y la traca. Una misa de campaña en la plaza de Santa Isabel suele preceder a la procesión con la imagen del Cristo del Calvario por las calles del barrio y al posterior lanzamiento de la tradicional traca aérea.
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